lunes, 14 de mayo de 2012

Mis acercamientos a la literatura

Si me pongo a recordar, mis acercamientos a la literatura fueron por varios lugares, no sólo por la lectura de libros.
Cuando era muy chica había tres historias que pedía que me contaran siempre. Mi mamá me releía El lagarto está llorando de García Lorca ; mi abuelo, una y otra vez El príncipe feliz, de Oscar Wilde y mi abuela: Almendrita, de Andersen, de la cual después grabé mi propia versión en un casette cuando tenía 5 años. Y justamente fueron los casettes parte fundamental del asunto, porque me compraban esos en los que venían grabados los cuentos de los hermanos Grimm y demás historias populares infantiles como Piel de asno, Barba Azul, El sastrecillo valiente,El traje nuevo del emperador, Aladino, El ruiseñor,Juan sin miedo, La Bella Durmiente, etc. Podía escuchar esas cintas una y otra vez, era mejor que ver una película, escuchar los sonidos de los dragones, la música que hacían las hadas, el ruido de las espadas, era más creíble/increíble que verlo en una pantalla o en una página.
Gráficamente me acuerdo mucho de unas versiones para niños tipo historieta de Las aventuras de Hércules, Ulises y El rey Arturo.
Cuando tenía unos 7 años, mi mamá (que siempre leyó y escribió mucho) me contó que a esa edad su papá le traía de la biblioteca un libro de la Colección Robin Hood por noche , ella lo leía y al día siguiente él lo devolvía y le traía otro, cosa que me sonaba a locura, y entonces intenté hacer la prueba. Así que durante un sábado a la tarde logré leer mi primera novela entera: Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll… en ese momento me inauguré a mi misma como lectora adulta. De la misma colección, mis favoritas eran Jane Eyre de Charlotte Brontë y Mujercitas, de Louisa May Alcott. Y fue entonces cuando empecé a hacer mis propias versiones de los libros que leía, con cartulina amarilla y hojas blancas, las encuadernaba con Cinta Scoth o Voligoma y armaba mis propios libros, bajo la Colección Estrella (¿Podría decir que esos fueron mis comienzos como editora?). En cuanto a los textos, decía que eran originales pero a veces eran sospechosamente parecidos a los que terminaba de leer en ese momento , por ejemplo uno que se llamaba Tres hermanas, de tres chicas que esperaban que su papá volviera de la guerra en Navidad, Cholu-landia que era una revista de chusmeríos con ping-pong de preguntas y respuestas a mi propia versión de Barbie: Bleiby, o Las aventuras del Agente 801, John James.
Y respecto a la poesía específicamente, lo primero que recuerdo era que para el colegio había que elegir una para llevar. Y yo siempre había creído que no me gustaba, porque pensaba que solamente hablaba de rosas rojas, pero por suerte, mi mamá me mostró a Prévert, y cambié de parecer al descubrir su poema Desayuno, que es el que terminé llevando a la escuela ese día.
Alelí Manrique.

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